Desigualdad en la sociedad.
En general, las tareas del mundo familiar recaen en las mujeres, son ellas quienes principalmente realizan las tareas domésticas y crianza y cuidado de los hijos. Si bien se observan diferencias al respecto de dependiendo del tipo de hogar al que pertenecen, los servicios que disponen, el aporte de las o los miembros al ingreso familiar, el número de miembros, el ciclo de vida de las familias, etc., se mantiene en las mujeres las tareas domésticas y de crianza. Los hombres, por su parte, tienen asociada como su función tradicional ser proveedores del hogar, aquellos que sustentan económicamente a los miembros de la familia. Esta asignación diferenciada de roles para hombres y mujeres, se ha denominado división sexual del trabajo que consiste en entender la forma que el sexo biológico determina las funciones que deben desempeñar las personas en sociedad: las mujeres a cargo de la reproducción social y los hombres de las tareas productivas.
Con la incorporación de las mujeres al mundo laboral, esta división de roles se ha visto modificada, ya que muchas de ellas colaboran con los prosupuestos familiares en forma cada vez más determinante para la producción familiar. Sin embargo, la entrada de los hombres a la esfera doméstica no ha sido un fenómeno de la misma magnitud, dejando muchas veces que las mujeres continúen a cargo de las tareas que demanda este ámbito de la vida. En el caso de las trabajadoras remuneradas, es decir, de aquellas que han salido al mercado laboral a vender su fuerza de trabajo, significa una extensión de su jornada laboral muchas veces doblegada, con fuertes consecuencias en su calidad de vida.
Con la incorporación de las mujeres al mundo laboral, esta división de roles se ha visto modificada, ya que muchas de ellas colaboran con los prosupuestos familiares en forma cada vez más determinante para la producción familiar. Sin embargo, la entrada de los hombres a la esfera doméstica no ha sido un fenómeno de la misma magnitud, dejando muchas veces que las mujeres continúen a cargo de las tareas que demanda este ámbito de la vida. En el caso de las trabajadoras remuneradas, es decir, de aquellas que han salido al mercado laboral a vender su fuerza de trabajo, significa una extensión de su jornada laboral muchas veces doblegada, con fuertes consecuencias en su calidad de vida.